Para que el autor de una obra derivada pueda reclamar derechos morales y patrimoniales sobre su creación debe contar con la autorización expresa del o los titulares de los derechos de las obras preexistentes cuando esta[s] sea[n] del dominio privado.

El derecho de propiedad se impone sobre el derecho moral del autor cuando sea necesario a los fines de una normal realización de los intereses que típicamente son protegidos por dicho derecho, no así cuando el propietario quiera destruir la obra de manera arbitraria y sin justificación alguna.

Para determinar si se ha violentado o no el derecho moral de integridad de la obra corresponde al tribunal apoderado comprobar no sólo la modificación, transformación o destrucción de la obra artística sino también que esa acción afectó negativamente la reputación del creador de la obra o dañó su imagen ante la opinión pública.

La mutilación de la obra artística de un autor atenta contra su aspecto moral y produce en su interior cierta repulsión y sufrimiento que debe ser resarcido.

La destrucción de una obra de arte mural sin el consentimiento de su autor constituye una violación al derecho moral de integridad.

Los derechos morales del autor son irrenunciables, al tenor del Art.17 de la Ley No.65-00 y permanecen en cabeza de este aun cuando haya cedido sus derechos patrimoniales.

La labor de coordinación y de selección de títulos, textos y autores para la publicación de una obra no constituye una creación intelectual que pueda ser protegida por derecho de autor.